3 virtudes del Papa Francisco para el mundo de la empresa

El papa Francisco nos muestra 3  cualidades que debe tener un directivo: sencillez, coherencia y, en especial, su preocupación por las cosas pequeñas.

Veamos estas virtudes en acción dentro del campo empresarial.

La sencillez  y humildad

Su sencillez para todos ha sido sorprendente. Pero detrás de esta convicción profunda hay un mensaje que ha querido transmitirnos. El papa está preocupado por el materialismo y el consumismo en el que vivimos. Este fenómeno lo ha denominado el antiguo culto al becerro de oro que “ha encontrado una imagen nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de una economía, que no tiene rostro. Hoy no manda el hombre sino el dinero. ¡El dinero debe servir y no gobernar!” Por esta razón, una de las primeras virtudes que transmite el Papa es decubrir que el único fin de la vida no es ganar dinero y acumular únicamente, por el contrario, debemos ser conscientes de nuestras responsabilidades con la sociedad que nos invitan a ser generosos y serviciales frente a los demás.

La santidad al alcance de todos

Ser santo y buscar la santidad, llámese la máxima perfección humana posible, es el mensaje central de Francisco. Para eso, no se requiere ser una persona aburrida, triste, rara,  o apartada del mundo. ¿Qué es la santidad? Veamos una corta descripción:

Necesitamos santos modernos, santos del siglo XXI con una espiritualidad insertada en nuestro tiempo.

Necesitamos santos comprometidos con los pobres y los necesarios cambios sociales.

Necesitamos santos a los que les guste el cine, el teatro, la música, la danza, el deporte.

Necesitamos santos sociables, abiertos, normales, amigos, alegres, compañeros.

La coherencia

Francisco ha pedido encontrar en la frugalidad y la austeridad las claves para vivir la vida moderna. En últimas el problema del capitalismo para Francisco no es de acumulación de riqueza sino la concentración de egoísmos. De no combinar la vida empresarial con el sentido de la solidaridad y participación en la sociedad. Dice Francisco con mucho acierto: Desperdiciar alimentos es robar: “En muchas partes del mundo, no obstante el hambre y la desnutrición, se desechan los alimentos. Cuando la comida se comparte de modo justo, nadie carece de lo necesario. Los alimentos que se tiran a la basura son alimentos que se roban de la mesa del pobre, del que tiene hambre”.

Las cosas pequeñas

Cuenta en su biografía que gracias a sus primeras experiencias después del instituto entró a trabajar y allí con una jefa paraguaya le devolvía permanentemente el trabajo que él realizaba, gracias a las exigencias de su jefa, descubrió el valor de hacer su trabajo bien hecho. Porque el valor del trabajo bien hecho viene dado en no despreciar lo pequeño. Muchas veces el valor de las personas se acrisola con lo pequeño.

Conclusión

En la empresa debemos trabajar por una cultura de lo sencillo, esto es una fuerte mentalidad de servicio y de ayuda a nuestros clientes, empleados y proveedores. Redescubrir la santidad como una condición de viaje de la vida en la que construimos la excelencia personal a través de una vida orientada a querer el bien de los otros y, finalmente, a construir la grandeza de la empresa desde lo pequeño. No es exagerado señalar que, así como nos preocupamos por los accionistas o por los resultados financieros (lo cual está bien), también debe merecer nuestra atención los baños, la luz de la planta, la comida en el casino o el bautizo del hijo de un operario.