El Liderazgo personal de Steve Jobs
Steve Jobs es uno de los empresarios y directivos más controvertidos de nuestra época, al punto que sus biógrafos señalan su carácter irascible y su trato irrespetuoso con sus más cercanos colaboradores. Pese a estas debilidades de Jobs, en este artículo abordaremos los rasgos positivos de Steve Jobs como líder personal.
El liderazgo personal del CEO es muy importante porque los objetivos de las empresas son, en parte, una proyección de las metas personales del líder y, sobre todo, un reflejo de su carácter (Andrews 1978). Sería una insensatez desligar la estrategia de las organizaciones de las expectativas, intereses y deseos de sus directivos. Por tal razón, veremos los roles de Steve Jobs como líder personal.
Rol # 1: Steve Jobs como seleccionador de talento
La mayor obsesión de Steve Jobs era contar con jugadores de primera división en sus equipos de trabajo. Le importaba poco cuando colaboradores cercanos cuyo compromiso y capacidad era baja o promedio abandonaban la empresa. Como CEO Jobs tenía como su primer función asegurarse que su equipo fuera excelente.
En nuestras compañías nos ronda cierto paternalismo que se confunde con un falso sentido de protección y politiqueo con los amigos de la empresa, los aliados políticos y aquellos que apoyan –servilmente- las ideas de los CEOS, como consecuencia en las organizaciones puede ocurrir que la productividad sea baja y la creatividad nula debido a la práctica directiva de no ser exigentes con los equipos y a las culturas del mutuo elogio.
Rol # 2: Steve Jobs como motivador
El rasgo más característico de Steve Jobs era que no soñaba con encabezar el listado de los multimillonarios del planeta. De hecho, su visión de la empresa era transformar la sociedad mediante la creación de grandes productos. Jobs quería una empresa que durase, se reinventase y que representase unos valores para las generaciones. Jobs era crítico de los emprendedores cuya obsesión era crear compañías para volverse ricos. Por el contrario, la verdadera motivación que Jobs logró transmitir a sus colaboradores fue la pasión por crear productos geniales. Es decir, Jobs logró movilizar a sus colaboradores gracias al magnetismo que generaba la creación de productos geniales.
En nuestras organizaciones cometemos el error de reducir las motivaciones al campo de los incentivos y los beneficios. Tanto de las juntas directivas cuya mirada principal es el resultado trimestral como de los CEOs que pueden llevar a convertirse en simples administradores de un flujo de caja y como resultado se olvidan del negocio, de los clientes, de la innovación y, lo más importante del producto o servicio de la compañía.
Rol # 3: Steve Jobs como capitán de equipo
Jobs descubrió que la base de su éxito se basaba en el desarrollo de equipos de trabajo y consideraba que en Apple y en Pixar trabajaba con la gente de mayor talento del planeta y eso lo llevaba a entender que su trabajo era un deporte en equipo. Jobs no era un gran trabajador personal sino un trabajador asociativo, colaborativo, generador de discusiones y debates al interior de la empresa, porque Jobs sabía que la creatividad y las ideas geniales surgían de las reuniones espontáneas y en las discusiones aleatorias.
En nuestras organizaciones es muy usual que los directivos quieran ser valorados por su alta capacidad de trabajo y entrega a la organización, lo cual es un tremendo error, porque si una persona es directiva tiene a cargo personas y en función de esto, los resultados deben ser considerados en relación con el equipo y su desempeño. Un buen directivo debe conocer sus tres roles principales roles frente a la gente que se resumen en la siguiente fórmula: movilizar las personas (hacer-hacer), dar autonomía y brindar empoderamiento (dejar-hacer) y señalar objetivos claros e instrucciones precisas (dar que hacer).
Rol # 4: Steve Jobs como estadista
Jobs, quizás por la cercanía con la muerte, tenía clara la importancia que de la sucesión y el traspaso de poderes en Apple. Tenía una visión muy clara sobre los CEOs que no planeaban la sucesión en sus compañías. Este problema lo llamaba el síndrome de los países tercermundista en el que sus líderes no eran capaces de hacer transiciones ni preparar a sus sucesores.
En nuestro país, el síndrome del tercermundismo lo hemos vivido debido a la función narcótica del poder que ha llevado a nuestros dirigentes a un apego enfermizo al poder y como resultado, el vacío de poder ha conducido a la polarización y a la crítica motivada por las ansias y deseos de mayor poder. En las organizaciones, la grandeza de los CEOs se mide por su capacidad de dirigir una sucesión y una transición respetuosa, ordenada y, especialmente, libre de egos y nostalgias por el poder.
En conclusión, vimos en estas entregas los tres rasgos de Steve Jobs en su papel de CEO, luces, sombras y algunas enseñanzas de un personaje que seguirá dando de que hablar en los próximos años.