¿Por qué fracasan los buenos directivos?

¿Por qué fracasan los buenos directivos?

Un directivo toda la vida sueña con llegar a lo más alto de la organización. Una vez lo logra descubre el peso y la carga que significa ser el CEO. Por un lado, descubre que tanto el éxito como el fracaso de la organización dependen de él y, por otro lado, el directivo aprende a reconocer que muchos de los factores –de éxito y fracaso- no los controla todos. En este artículo estudiaremos los principales factores que pueden ayudar a un directivo a tener éxito y a mitigar los errores que lo pueden llevar al fracaso en la tarea de director general.

Una de las principales limitaciones de un directivo es el tiempo disponible para su tarea y la poca información con que cuenta a la hora de tomar decisiones. Muchas veces descubre que tiene que tomar decisiones basado en información incompleta y, algunas veces, sesgada o parcializada. Son estos momentos los que permiten al directivo descubrir que –más allá del poder -la tarea de dirigir implica muchos sacrificios, esfuerzos adicionales y, sobre todo, mucha capacidad de aprendizaje e incluso de desaprendizaje. Especialmente, debe aprender a tomar decisiones y resolver problemas, bajo unas circunstancias difíciles y en medio de la adversidad.

¿Qué debe hacer alguien para lograr convertirse en un buen directivo? Debe descubrir que dirigir es una actividad que se aprende y perfecciona con el acto mismo de dirigir, o sea con la experiencia. Es decir, el estudio sobre la dirección nos ayuda a reconocer pautas útiles sobre lo que ha funcionado y lo que no ha funcionado, pero el aprendizaje proviene de la tarea misma de dirigir. Por tal razón, el directivo debe aprender a ser consciente que sus palabras, sus acciones y sus decisiones tienen que ser reflexionadas permanentemente con el fin de extraer aprendizajes y, en última instancia, ganar experiencia de sus propios errores.

¿Cuáles son los asuntos en los que hay que ganar experiencia para no fracasar a la hora de dirigir? (Porter, Lorsch, Noria 2004) En primer lugar, debe aprender a jugar un doble papel, es decir, ser el Sr. Externo y el Sr. Interno, lo cual significa que debe atender con tacto y prudencia a los actores externos a la empresa como accionistas, prensa, gremios y gobernantes y, por otro lado, atender a los actores internos como los miembros de junta, los directivos, empleados. Este doble rol, generalmente, implica muy diversos tipos de intereses –muchas veces- contrapuestos. En consecuencia, el directivo debe aprender a ser sutil y firme, prudente y claro y, especialmente, ser un negociador con carácter y principios, porque estas habilidades políticas no significan “querer quedar bien con todos” sino por el contrario asegurar cumplir los objetivos de la empresa con integridad en medio de los intereses más diversos y antagónicos.

En segundo lugar, un buen directivo debe aprender a desprenderse de muchas responsabilidades y tareas. Es un error creer que un buen directivo es aquel que realiza muchas cosas, por el contrario, un buen directivo se reconoce porque utiliza la acción indirecta por encima de la directa, es decir, para decirlo en una metáfora, es un “motor de motores” y, por esta circunstancia, el mayor aprendizaje de un verdadero directivo es hacer que otros hagan. Para lograr este propósito el directivo debe “expandir el poder de la gente que lo rodea” y aprender a “confiar en otros para las decisiones importantes” (Porter, Lorsch, Nohria 2004).

En tercer lugar, debe aprender a obtener información de la realidad. Nuestra experiencia en INALDE nos confirma que uno de los aspectos mas críticos a la hora de dirigir es enterarse de la realidad, porque un CEO recibe mucha información filtrada (voluntaria o involuntariamente) o información innecesaria que hacen más compleja la toma de decisiones y ocurre el problema del aislamiento y perdida de contacto con la realidad de la empresa, que se denomina el síndrome penthouse. En este punto, recomendamos que el directivo debe aprender a recibir información desde múltiples canales tanto formales como informales. Por ejemplo, Los CEOs de GE o Target frecuentemente realizan almuerzos informales con los empleados para conversar sobre la empresa y los problemas que ellos se enfrentan en su día a día (Porter, Lorsch y Nohria 2004).

En conclusión, ser directivo requiere de una condición especial: su disposición de aprendizaje personal. Es decir, debe crecer en el ser y no solo en el saber, porque dirigir no es un asunto –solamente- teórico, académico o técnico, sino una virtud que se aprende en el ejercicio y la reflexión continuada de los propios yerros y las enmiendas. Nada peor que un directivo que se siente muy importante, todopoderoso o sabelotodo, porque dirigir es un derecho que se gana todos los días con la coherencia y la confianza que irradia el directivo.

Publicado el 3 de septiembre de 2015 en Dinero.com