El secreto de una buena Junta Directiva

El secreto de una buena Junta Directiva

En el pasado, muchas de nuestras Juntas Directivas eran clubes de amigos del gerente o del dueño que iban a almorzar por cuenta de la empresa y su rol principal era no interferir demasiado en los planes y proyectos del gerente. Con el tiempo, las empresas han venido entendiendo que una buena Junta Directiva es uno de los principales factores de competitividad. Sin embargo, en el mundo empresarial el rol del buen miembro de Junta Directiva aun es difuso.

Y es que ser miembro de una Junta Directiva no es tarea fácil. En primer lugar, no es un asunto ni técnico ni ejecutivo. No se trata de ir a una reunión y aplicar le la última receta sobre reuniones efectivas. Tampoco, requiere de preguntas capciosas que demuestren erudición del interpelante. Por el contrario, una Junta Directiva es, de todas las actividades la que requiere mayores condiciones.

¿Cuáles son las principales características de un buen miembro de Junta Directiva? La primera y principal. La virtud de la Prudencia, para entender que el miembro de Junta no debe traspasar la débil frontera entre dirigir y administrar. Sucede en ocasiones que, muchos miembros entusiastas de Junta Directiva, terminan inmiscuyéndose en los asuntos diarios y operativos (microseguimiento) y con ello, generan conflicto y malestar en el director ejecutivo. El Profesor de Harvard Jay W. Lorsch, resumen este punto en una frase precisa: “La Junta Directiva debe reconocer y respetar las fronteras entre monitorear la gerencia y gerenciar la compañía.”

En ese mismo sentido, sería útil, recordar la etimología de la palabra “prudencia”: viene de “prudentia” y esta a su vez de “pro videntia” o sea el que ve por adelantado, el que ve por delante, lo que a la luz de una Junta Directiva, significa la capacidad de anticipar el futuro. La habilidad de construir la estrategia de la organización, es decir, el rumbo y las ventajas competitivas de la empresa para los próximos años. Y ese rol es indelegable. Y ahí es donde la junta directiva pierde el año. Debe ser capaz de tener unos miembros que en esa tarea, sean capaces de monitorear el entorno. Sepan qué está pasando con las principales variables de la estrategia empresarial: entorno, clientes y creación de valor y desempeño de la compañía. Lo que en últimas se traduce en una realidad ineludible. Para ser miembro de junta directiva hay que estudiar, hay que leer, y sobre todo, hay que tener la mente abierta para ver qué está pasando en la empresa, en el sector, la competencia y en el mercado. No en vano, la ley limita el número de juntas directivas a las que puede pertenecer un directivo. Una junta requiere como mínimo una preparación efectiva de 4 horas al mes. Esa es la diferencia entre un miembro de junta que crea valor y uno, que no.

La otra característica de un buen miembro de Junta Directiva es su capacidad y conocimiento del negocio, del sector y de la competencia para seleccionar el gerente idóneo de la compañía. Desafortunadamente, un error en este aspecto tiene consecuencias gravísimas para el desempeño de la compañía. En este punto, es clave que el proceso de selección del gerente responda a la pregunta: ¿Cuál es la estrategia de la compañía y en qué momento competitivo nos encontramos? para poder determinar, quien será el conductor correcto. Asunto y tarea nada fácil. Un buen ejemplo, fue la selección de Javier Genaro Gutiérrez en ECOPETROL, quien había conducido con éxito la democratización accionaria de ISA.

Por último, una buena Junta Directiva debe ser capaz de lograr un buen equilibrio y representatividad a su interior. Que refleje la composición de sus accionistas, que se apalanque en el conocimiento externo de sus directores independientes y sobre todo, que cuente con la gente experimentada. Sorprende ver personas que suponen capacidad directiva después de ser gerentes o vicepresidentes. Sin duda, serían buenos en su actividad ejecutiva. Pero, para ser miembro de junta hay que dar el salto de la dirección al gobierno… Y gobernar, es aprender a entender dinámicas de poder, del conflicto, de vanidades y sobre todo, exige vivir esa virtud: la prudencia, qué como el metal se acrisola con el fuego vivo: con las dificultades y los errores.

Profesor del Área de Política de Empresa
INALDE Business School
Jorge.gomez@inalde.edu.co